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Tradiciones de Navidad



Cada año que pasa es motivo para que algunas tradiciones vayan desapareciendo y hasta queden en el olvido total. La Navidad no se escapa a esta afirmación. Me refiero a Colombia y precisamente a mi región. Claro que para no herir sentimientos, entonces solo haré referencia al lugarcito en donde vivo. Hace algún tiempo la Navidad comenzaba el 16 de diciembre con las Novenas de Aguinaldos, ahora se inicia desde octubre en las vitrinas de los almacenes.

Era común salir con el papá a cualquier potrero, y con machete en mano, cortar la rama de un árbol, preferiblemente seca, para regresar a la casa, forrarla con algodón, y llenarla de guirnaldas de todos los colores (aplicable a todos los estratos). Lo último que se hacía era ponerle la estrella y enredar la instalación con las luces titilantes alrededor de la figura emblemática de la Navidad Colombiana: El Arbolito de Navidad. No es mentira, escuchen la letra de la canción “Arbolito de Navidad que siempre florece los 24…”.

Con el paso del tiempo, le quitaron el machete al papá, y con una buena excusa comercial y ecológica, llegaron los árboles navideños plásticos y metálicos que no destruyen la naturaleza y se pueden reutilizar hasta que alguno de los hijos o nietos digan que hay que cambiarlo porque ese, ya pasó de moda. O en el peor de los casos, -compremos otro arbolito, porque a los Botero les mandaron uno de España con luces y con villancicos incorporados.

Se escuchaba a los mayores: -compremos los aguinaldos antes de Navidad porque todo sube en diciembre. Entonces las compras se hacían en noviembre, pues, los que tenían dinero. Ahora desde octubre ya todo tiene precio decembrino. -Está bien, también en diciembre hay promociones.

Las vitrinas están adornadas con el espíritu navideño importado: “simulación de nieve y Papá Noel”. En Colombia nunca cae nieve, ni llega el personaje de barba blanca. Aquí cae granizo en cualquier época del año, y el que pone los regalos en el Arbolito, cuando se supone todos están durmiendo, es un señor en calzoncillos llamado papá. Pero los niños se sentían felices, fingiendo que había que acostarse temprano y portarse bien para que el Niño Dios apareciera con el par de medias, un carrito de plástico, una camiseta, una bicicleta, un rompecabezas, una lotería, la muñeca que decía mamá, la barbie, el carro con control remoto, y así sucesivamente de acuerdo al estrato.

La Natilla. Ese postre a base de maíz pergamino amarillo, leche de vaca y panela que había que revolver todo un día en un fogón de leña improvisado en el patio (ya las casas no tienen patio), creándose casi un ritual, hasta que quedara a “punto”, ahora se hace con una mezcla moderna que solo necesita agua y media hora para que esté lista la natilla. ¡Ah, y se cocina en la estufa a gas!

La familia y los vecinos se regalaban natilla; la nevera se llenaba con platos de natilla de doña Rosa, doña Blanca, don José, doña Leonor, y todas las tías. ¿Recuerdan que llegaba enero y todavía quedaba natilla y se ponía babosa? –Se les fue la mano en la leche, -decía la mamá.

La música. Todo el año se escucha reggaetón, y el 7 y 8 de diciembre no es diferente. Es “delicioso” encender las velitas, perdón ahora son faroles, al ritmo del famoso “perreo”. Esas melodías navideñas como “el niño está con nosotros la noche de Navidad…, mamá en donde están los juguetes…”, ya no se escuchan. Algunas emisoras las incluyen en su programación, pero los muchachos amplifican las que no ponen esas “raspas”.

La reunión familiar. Llegaba familia de todas partes de Colombia. Ahora llegan de todas partes del mundo. Es placentero ver padres, hijos, hermanos, tíos, tías con pintas gringas y europeas, y hasta con acentos y dichos extranjeros: ¡quiubo buey!, ¡hostias!, etc.


La despedida. Antes de ir al Terminal de Transportes o al aeropuerto a llorar desconsoladamente por los que se van, por favor pasémosle el mensaje a los niños colombianos; bueno, coméntele solo a los hijos suyos. Dígales que jueguen a los aguinaldos: 'pajita en boca', 'beso robado', 'tres pies', 'palmada en la espalda', 'hablar y no contestar'. Bueno ese no, porque cuando pregunte quién dañó la bicicleta, o quien rayó el carro, o que si ganó el año, o quién se tomó la botellita de aguardiente, pues no le van a contestar porque pierden y les toca darle el aguinaldo.

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