¡La mula de tres patas!, ¡la mula
de tres patas me persigue! ¡Ábrame mija! ¡Ábrame, ábrame¡ Gritaba Jorge con
desesperación para que su esposa le quitara el pasador a la puerta de la casa.
Era la una de la madrugada y Jorge había tomado licor sin parar desde el día
anterior. - Pero, ¿qué le pasó mijo? Le pregunta Lucía a Jorge, desde adentro
de la casa.
- Como le parece mija que cuando venía para la casa, escuché el sonido de unas cadenas que se arrastraban por el pavimento, y yo de metido me fui a ver qué era lo que producía ese ruido. Tremendo susto me llevé al ver al diablo con cara de mula y los ojos rojos. Al verme se echó calle abajo galopando, arrastrando unas cadenas que le salían de la enjalma y echando candela de las tres patas, porque estoy seguro mija que solo tenía tres patas.
La borrachera que traía se me fue
pa´ la porra y arranqué a correr pa´la casa mija. Ese era el mismísimo diablo, estoy
seguro. Terminó diciendo Jorge todavía pálido y con los pantalones mojados como
si se hubiera orinado del susto.
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